30 de junio de 2009

La Última Gran Hazaña del Alpinismo Mundial.


La última gran hazaña del alpinismo mundial ha sido la escalada invernal a la famosa Pared Norte del Eiger, realizada por una cordada austro-alemana

La historia del montañismo presenta ya bien definidas varias etapas de su evolución. Iniciada su etapa exploradora con la conquista del Montblanc y del Cervino, en el siglo XIX se completa la conquista de los Alpes, ya dentro de un periodo montañero de carácter más deportivo, que culmina con el montañismo de nuestros días, y con la exploración y conquista de las más altas cumbres de la Tierra que de siempre habían atraído el inquieto espíritu de los montañeros.

En el verano de 1938 casi todas las cumbres de los Alpes habían sido escaladas en esta ansia del escalador de ir superando cada vez mayores dificultades, a la que iba ayudando la técnica más perfeccionada, los materiales de escalada nuevos, y el uso de los elementos de seguro y progresión artificial, que creando una nueva técnica deportiva hacían realizables las más difíciles ascensiones que la montaña podía ofrecer.

Pero aún quedaban los dos últimos problemas de los Alpes, para solucionar, el espolón Walker
a la pared Norte de las Grandes Jorasses, y la famosa cara Norte del Eiger, llamada la pared trágica, por las víctimas que ya había causado a los que intentaron conquistarla, o la pared prohibida, por la prohibición que el gobierno suizo mantuvo durante una época, para evitar estos accidentes.

LA CONQUISTA DE LOS «ÚLTIMOS PROBLEMAS»

En aquel verano, los alpinistas consiguieron resolver ambos problemas casi al mismo tiempo. Una cordada italiana encabezada por Ricardo Cassin, quien hace pocos días estuvo con nosotros en Barcelona, conquistaba el espolón Walker, mientras cuatro alemanes lograban realizar por primera vez la escalada a la pared del Eiger, después de una odisea alpina, arrebatándole su título de pared inviolable.


Ricardo Cassin

La historia de la pared del Eiger, de sus tragedias y de los esfuerzos para conquistarla no ha cesado nunca. En estos años los mejores alpinistas de todo el mundo han intentado y realizado repeticiones de dicha escalada, algunas afortunadas, y otras que terminaron nuevamente en tragedia, como el intento de Longhi y Corti, con dos alemanes, de los cuales desaparecieron los dos alemanes, mientras Longhi perecía colgado de su cuerda en el vacío, y Corti era milagrosamente salvado gracias a los esfuerzos de una expedición de socorro, que alcanzando la cumbre por la vía normal lograron recuperarle.


Grandes Jorasses

El cuerpo del infortunado Longhi, colgando en el vacío por una cuerda de perlón que resistió las heladas y la intemperie, en una posición dificilísima de recuperar, no pudo ser rescatado hasta dos años más tarde, por una cordada de socorro de guías suizos que realizaron una portentosa operación de rescate, para evitar que el cuerpo del desgraciado escalador constituyera un macabro motivo de atracción para los turistas del valle que lo contemplaban con sus prismáticos.


Rescate del cuerpo de Stefano Longhi

Rescate del cuerpo de Stefano Longhi

Rescate del cuerpo de Stefano Longhi


Vencidas estas dificultades alpinas, ya casi al límite de las posibilidades humanas, los alpinistas en estos últimos años para realizar primeras ascensiones inéditas, debían buscar lo «más difícil todavía», intentando vencer con el auxilio de medios artificiales de progresión, la escalada a cumbres ya conocidas por extraplomadas y vertiginosas paredes. De esta forma pudieron
ser vencidas las cumbres del Fitz Roy, y del Cerro Torre, en los Andes patagónicos, la cara Oeste del Dru, la Aguja de Midi, y el Grand Capucin en los Alpes, la cara Norte de la Grande de Lavaredo en las Dolomitas y la conocida pared del aéreo de San Jerónimo, en nuestro Montserrat, escaladas en las cuales han sido protagonistas varios montañeros españoles.

LA NUEVA OLA DE LAS ESCALADAS «ARTIFICIALES»

Al realizarse estas prodigiosas y acrobáticas ascensiones, muchos fueron los que creyeron que esta nueva modalidad de la escalada con clavijas colocadas al buril, estribos, cuñas de madera, y otros medios de los llamados «artificiales» iban a convertir al montañismo en un ejercicio acrobático de puro esfuerzo físico, al alcance de todo buen equilibrista, y totalmente falto
de los principios éticos y espirituales que la escalada a las altas montañas lleva implícita.

Hablaron y escribieron mucho contra estas escaladas, producto de la misma evolución del montañismo, y de los medios con que actualmente cuentan los escaladores: cuerdas de fibras especiales, más resistentes y menos pesadas; clavijas y mosquetones de metales livianos, equipos e indumentarias de mayor eficacia, alimentos desecados, etc., sin darse cuenta de que los
mismos escaladores que realizaban estas escaladas eran precisamente los seleccionados
para formar parte de las expediciones al Himalaya y a los Andes, que en estos últimos diez años han conquistado todas las más altas cumbres de la Tierra, y los mismos que superándose en las clásicas escaladas alpinas han hecho posible que en esta última semana, casi simultáneamente,
y en plena temporada invernal, mientras una cordada intentaba la escalada a la pared Norte del Cervino, otra cordada austro-alemana realizara la primera escalada invernal a la famosa pared del Eiger.


Toni Hiebeler


LA EPOPEYA DE LA ESCALADA INVERNAL DEL EIGER

En la pasada semana, y durante seis días y seis noches, los alpinistas alemanes Toni Kirchofer y Andreas Mannhart, y los austríacos Walter Almberger y Toni Hiebeler, lucharon contra las dificultades del frío a más de 20 grados bajo cero, y de las tempestades de nieve a una altura de
3.974 metros de la pared del Eiger, materialmente colgados sobre una muralla vertical de roca totalmente cubierta de hielo y escarcha, vivaqueando seis noches en precaria situación, sobre un vacío escalofriante, en un esfuerzo al límite de la resistencia del cuerpo humano, oponiendo a todas estas dificultades sus magníficas facultades físicas y un esfuerzo humano incomparable,
cuya prueba es el hecho de que el austríaco Toni Hiebeler, de 31 años de edad, y el mayor de los cuatro, ha perdido en los días que ha durado la escalada, más de 8 kilos de peso.

Las dificultades de los alpinistas y su titánica lucha para superarlas, han sido en todo momento observadas desde el albergue del Petit Scheidegg al pie mismo de la pared, en este tiempo importante estación de deportes de invierno, por un gran número de curiosos, y los reporteros de la Televisión con teleobjetivos y desde helicópteros han realizado un impresionante documental
de la esforzada lucha de los montañeros.


Toni Hiebeler

Grupos de guías y alpinistas a los que se unió la esposa de Toni, ascendieron por la vía normal del
Eiger para ir al encuentro de los escaladores en su descenso de la cumbre y acompañarles hasta la estación del funicular de la Jungfrau donde los alpinistas encontraron nuevamente las comodidades de la civilización en forma de mullidas butacas y frescas botellas de cerveza, mientras sufrían el asedio de curiosos y periodistas, interesados de conocer a estos jóvenes escaladores de la etapa contemporánea de la historia del montañismo, que han demostrado a todos, que el escalador aunque cuente y se valga de las técnicas y recursos modernos, sigue animado por el mismo espíritu de esfuerzo y sacrificio que animó a los montañeros de todas las épocas sin el cual es incomprensible su lucha y su tesón, que alentó a Whymper en la conquista
del Cervino y que ha animado a estos cuatro alpinistas «modernos» a enfrentarse y a superar el más difícil problema del alpinismo.


ANTONIO AYMAT

Fuente: Revista Pyrenaica 1.961

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