29 de octubre de 2009

Enrique de Mesa Rosales



Corazón, vete a la sierra;
derrotado del amor,
viste sayal de pastor
y oye el cantar de la tierra...

Corazón, vete a la sierra
y acompaña tu sentir
con el tranquilo latir
del corazón de la tierra.


Enrique de Mesa y Rosales nació en Madrid el 9 de abril de 1878, muriendo en la misma ciudad el 27 de mayo de 1929.

Desde muy mozo, mostró una decidida inclinación por el cultivo del arte literario.


Fue un poeta y crítico teatral español perteneciente a la Generación del 98.

Licenciado en Derecho nunca llegó a ejercer su carrera, pues estuvo trabajando como oficial de instrucción pública, y como tal fue varios años secretario de Museo de Arte Moderno. De este cargo fue destituido por la dictadura de Primo de Rivera y confinado en Soria en enero de 1929, el año de su muerte. Su dedicación a las letras no llegaría hasta 1903 cuando el periódico “El Liberal” de Madrid, le dio la posibilidad de ganar un premio literario.

Fueron numerosas las influencias de éste gran poeta, así podemos citar al marqués de Santillana D. Iñigo de Mendoza o al Arcipreste de Hita Juan Ruiz. Se estrena en la producción literario con “El retrato de Don quijote” en el año 1905, un ensayo de crítica teatral, género literario al que dedicaría su última época. Un año más tarde, en 1906, se estrenó como poeta con el poema “Tierra y alma” , una serie corta de impresiones de la Sierra de Guadarrama:

De tierra castellana, por adusto encinar, percíbense rumores de un recio galopar. Envueltos en recamos de vistosos jireles avanzan por el campo, áspero, los corceles. Gallardos caballeros -hidalgos de blasones- dan al aire serrano sus flotantes airones. Alzándose las capas, de la brisa al halago, descúbrense las rojas cruces de Santiago. Doncel marchito y triste, va de todos delante. ¡Y vagan los azules ojos del rey galante!

La poesía de Enrique de Mesa y Rosales es sencilla y clara, enraizada con nuestra Sierra de Guadarrama y los pueblos que la forman. Desde que en aquel memorable 6 de septiembre de 1902, a sus 24 años, llega a El Paular y recibe el bautismo de Guadarrama, la montaña carpetana fue para él venero de poética inspiración.

“Sé que fui loco . No me arrepiento.
Fui venturoso con mi locura.
Hoy , ya sensato, tan solo siento
la gran tristeza de mi cordura”

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