3 de julio de 2009

Madrid, Cuentos, leyendas y anécdotas (Vol II) - Javier Leralta


Os voy a recomendar un libro que me estoy leyendo en mis ratos libres y que, aunque no puede considerarse literatura de montaña, si que despierta cierto interés al hablar de los diferentes pueblos de la Sierra Madrileña bien sea mediante leyendas, curiosidades o historietas acontecidas por estos lugares.

Desde Miraflores hasta Aranjuez pasando por Gargantilla del Lozoya, Cercedilla o Manzanares el Real, Javier Leralta nos lleva a otros tiempos en los que la gente vivía de otra manera, con otras costumbres y otros quehaceres curiosos y llenos de interés.

Os animo a que os leáis este libro y, al igual que yo, paséis unos buenos momentos conociendo y disfrutando de la Historia de los Pueblos y Lugares de Madrid.

A continuación os pongo una de las muchas historias que cuenta Javier Leralta en él, concretamente una que habla sobre las muchas películas que se han rodado en el conocido pueblo de Colmenar Viejo.

Espero que la disfrutéis.

_________________________________________________

El Hollywood español


Los novillos de Colmenar Viejo siempre han sido famosos por la calidad de las ganaderías afincadas en el municipio y por su tradición taurina. Pero en esta historia vamos a hablar de otros novillos, de los realizados por los jóvenes colmenareños para ver pasar por las calles del pueblo a las actrices Claudia Cardinale y Brigitte Bardot en su flamante Rolls Royce o al actor francés Alain Delon camino de los estudios de grabación.

Aquéllos eran días de fiesta en el instituto. Cuentan que durante el rodaje de Campanadas a medianoche a Orson Welles le pusieron tablones en el suelo para no mancharse los zapatos de barro y hasta contrataron a un vecino del pueblo, de nombre Antolín, para llevarle la caja de puros. En otra ocasión tuvieron que echar mano de los caballos de la escolta del general Franco para poder realizar algún rodaje.



En fin, historias que forman parte de la curiosa vida del Hollywood madrileño y español, de Colmenar Viejo. Un pueblo que desde los años cincuenta hasta los setenta se convirtió en una referencia para las productoras de cine debido a sus excelentes cualidades como la cercanía a la capital, la diversidad de paisajes naturales e históricos para los rodajes de exteriores y la buena oferta de servicios que ofrecía.

Todo ello
facilitó el asentamiento de una poderosa industria que popularizó el nombre de Colmenar Viejo en todo el mundo civilizado. Así, por ejemplo, el solitario cerro de San Pedro se transformó en varias películas en los Andes, en Sierra Nevada, en el Tibet o en una parte de las ontañas Rocosas, y lo mismo pasó con otros escenarios próximos como los castillos de Manzanares y Viñuelas, La Pedriza o el embalse de Santillana, que se convirtieron en magníficos palacios, cumbres innacesibles o mares infinitos. En Colmenar Viejo se han rodado películas de todos los géneros, desde superproducciones millonarias hasta películas baratas de escasas pretensiones, desde filmes de romanos y del oeste, los más característicos e importantes, hasta series de televisión y anuncios publicitarios.



La magia del cine entró en Colmenar cuando Franco permitió a Robert Rossen dirigir en junio de 1955 al joven Richard Burton en la película Alejandro Magno, rodada durante tres días en la dehesa de Navalvillar.

A cambio, el ayuntamiento colmenareño recibió 20.000
pesetas por tasas de rodaje. La película se estrenó en Madrid en diciembre de 1956 con gran éxito de público y crítica.

En aquellas fechas estaba de moda el cine de contenido romano gracias a películas como Qua Vadis (de Mervyn LeRoy, 1952) y Los Diez Mandamientos (de Cecil B. De Mille, 1956), por eso se rodaron en Colmenar títulos tan importantes como Espartaco (de Stanley Kubrick, 1959), película que contó con un reparto de lujo encabezado por Kirk Douglas, sir Laurence Oliver, Jean Sirnmons, Charles Laughton, Tony Curtis y Peter Ustinov.

Participaron en el rodaje 3.500 soldados, 1.000 extras colmenareños y 200 caballos, un despliegue de medios que dejó en las arcas municipales la cantidad de 150.000 pesetas de las de entonces, todo un dineral. En 1960 se rodó una película menor, como fue La rebelión de los esclavos (de Nunzio Malasornma), con Fernando Rey, y años más tarde, al hilo del poso dejado por este tipo de género, se rodarían otros títulos como Los siete espartanos (de Pedro Lazaga, 1972, con Richard Harrison) y Marco Antonio y Cleopatra (de Charlton Heston, 1972) con Carmen Sevilla, Juan Luis Galiardo y el propio director-protagonista, quien fracturó tres costillas a Fernando Rey con la armadura.
Pero ha sido el western el género que más popularidad y fama ha dado a los estudios de Colmenar Viejo. Su poblado americano de 50 edificios compitió con el decorado del desierto almeriense de Tabernas, y la dehesa de Navalvillar se convirtió en los años sesenta y setenta en las praderas y tierras de Texas, Arizona o Nuevo México.

Quizá el primer antecedente de este tipo de rodajes haya que buscarlo en un pueblo cercano a Colmenar, escenario donde tuvo lugar una de las escenas más populares del cine español. Es la siguiente: se encuentran dos tipos duros en la barra de un salón americano; uno es el sheriff local, el otro, un forastero de malas intenciones. Ambos se miran con ánimos desafiantes, se llevan la mano al revólver y el más rápido mata a su enemigo. El cadáver es el del forastero.



Una vez más la ley se ha impuesto en Villar del Río, un pueblecito del lejano oeste, tierra de apaches y colinas solitarias, situado en plena sierra de Guadarrama. El lugar era Guadalix de la Sierra y la escena fue soñada por el sheriff y alcalde del pueblecito, José Isbert, mientras esperaba la llegada de los americanos. Se trata de una parte del guión de Bienvenido Mr Marshall, película dirigida por Luis García Berlanga en 1953.

Aquella primera experiencia pudo contribuir al nacimiento
del cine western en Colmenar. La venganza del zorro (de Romero Marchent, 1962) fue de unos de los primeros éxitos de taquilla, al que le siguieron Bienvenido, padre Murray (de Ramón Torrado, 1963) y una de las más comerciales de todos los tiempos, Por un pullado de dólares (de Sergio Leone, 1964) con música de Ennio Morricone y un protagonista llamado Clint Eastwood, todavía muy joven, que apenas entendía los diálogos y que se pasó todo el rodaje aislado del resto del grupo de trabajo.

A pesar del mal trabajo realizado, fue el western europeo más taquillero en la historia del cine. Otros títulos rodados total o parcialmente en Colmenar fueron El regreso de los siete magnificos (de Burt Kennedy, j 966) con el cotizado Yul Brynner a la cabeza, Las petroleras (de Christian Jaque, 1971) con Claudia Cardinale y Brigitte Bardott y El Zorro (de Duccio Tessari, 1975) con Alain Delon de guapo rebelde que seguía un poco la estela dejada por las películas rodadas años antes por Romero Marchent, Ricardo Blasco y J. L. Merino como La venganza del Zorro, Las tres espadas del Zorro (1962), El Zorro cabalga otra vez (1964), La última aventura del Zorro (1970) y El Zorro justiciero (1971). En total, más de cien películas relacionadas con el mundo de los forajidos, de los apaches y de la revolución mexicana.



Junto a los estudios Tablada de la dehesa de Navalvillar, también se utilizaron los decorados de Hoyo de Manzanares, Daganzo y el fuerte de Algete.
Pero los estudios de Colmenar Viejo no solo vivieron de romanos, americanos y revolucionarios mexicanos, la calidad de sus instalaciones y el engranaje industrial ya montado facilitaron otros rodajes difíciles de encasillar que alcanzaron gran prestigio en la cartelera.

Fueron los casos de Orgullo y
pasión (Stanley Kramer, 1957), la ya citada de Campanadas a medianoche (de Orson Welles, 1965), Tristana (de LUIS Buñuel, 1970), La letra escarlata (de Win Wenders, 1972), la saga de los mosqueteros de Richard Lester, rodadas en 1974y 1989, La petición (de Pilar Miró, 1976), El perro (de Antonio Isasi, 1977), Navajeros (de Eloy de la Iglesia, 1980), las series de televisión Réquiem por Granada (de Vicente Escrivá, 1990) y El Quijote (de Manuel Gutiérrez Aragón, 1990), y Libertarias (de Vicente Aranda, 1995). Sin olvidarnos de las grandes superproducciones de Samuel Bronston como El Cid, Rey de reyes y La caída del imperio romano, rodadas en varios escenarios de la sierra como Colmenar Viejo, Manzanares el Real y Las Rozas .
En agosto de 1963 la productora Carthago Films solicitó al Ayuntamiento de Colmenar Viejo el alquiler de unos terrenos en la dehesa de Navalvillar por 70.000 pesetas para el rodaje de películas de Far West. Desde entonces muchos han sido los cambios realizados en las instalaciones. El auge de las películas del oeste facilitaron la construcción de varios escenarios en el término de Colmenar Viejo.

La mayoría de los western se
rodaron en los estudios Lega-Michelena, después conocidos por Tablada en los años setenta. Aquellos estudios son los actuales Aroztegui, que todavía permanecen en pie en la dehesa de Navalvillar.

1 comentario:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.