
Aunque dependiendo de las aficiones de uno, siempre se puede sacar algo bueno.
Si uno es aficionado a disfrutar de la naturaleza, y la ciudad donde le trasladan esa semana posee alguna sierra o cordillera interesante, pues siempre podrá compensar el estar fuera de casa con el poder conocer un nuevo sitio. Y si esa ciudad pertenece a Huesca, pues mira tu por donde, que las cosas pintan bien, y si esa ciudad pertenece a la Comarca de la Jacetanía pues pinta mejor, y si esa ciudad posee un risco, peña o monte singular, el cual no conoces, pues ya pinta la cosa mucho mejor.
Ese ha sido el caso de mi traslado a currar una semana a Jaca y de su famosa Peña Oroel.
Había estado en Jaca de paso en alguno de mis viajes a Pirineos, así que desconocía la ciudad y la Peña.

Pero mire usted por donde que hablando con unos y con otros, y mirando el tiempo, hace menos de dos horas que he podido pisar y disfrutar su cumbre.
La mole de Oroel semeja un gran navío varado sobre los llanos de Bal Ancha. Su cumbre domina el quebrado horizonte de la Jacetanía y del Serrablo.
Con algo de información sacada de internet y con la cabeza preparada para subir a buen ritmo, ya que le dan poco menos de dos horas el llegar a su cumbre y luego hay que añadirle la bajada y saliendo a las 18:00 uno no puede pararse a observar la flora o fauna, salgo pitando del currele y con un coche prestado, me acerco al Mirador de Oroel, aparco, me cambio la ropa del curro, me cuelgo el makuto y enfilo la senda que asciende sin tregua entre espeso bosque de pinares, acebos y algún abeto, acompañado por el canto constante de pajarillos escurridizos, hasta el Collado de la Neveras, al que llego en 40 minutos de fatigosa subida. En este punto termina la zona boscosa y la pendiente. Ya se puede observa la Cruz que corona su cima.

No hay ni un alma en la cumbre, así como en toda la subida y bajada. Es lo que tiene poder hacer monte un miércoles por la tarde. Pero si encima es en los Pirineos…..y si encima el viaje te sale gratis…pues parece que se aprecia más.
Llego con una grata sonrisa a tocar la Cruz metálica de más de 6 metros que precede al hito geodésico de la Peña. Sonrío al viento, respiro hondo y vuelvo, una vez más, a sentirme libre mientras recorro con la mirada todo el cordal de los Pirineos que mi tímida vista me permite percibir. Hacia el Norte todas las cumbres de Ansó, Canfranc y Tena tocando el cielo y esperando ser ascendidas.
Esta vez no os puedo poner instantáneas pues no llevaba cámara (las fotos son fusiladas de internet). Las imágenes de esta ascensión, como diría mi amigo Cecilio, están en la memoria, quizás por ello, ha sido una ascensión singular y grata de recordar.
