17 de septiembre de 2009

Alfredo Urones

Arista Weisshorn


Alfredo Urones pertenece a la generación de escaladores vascos que en la década de los 60 enseñaba a manejar la cuerda en Atxarte, participó en la epopeya de la escalada de dificultad en los Picos de Europa, practica el montañismo invernal en el Alto Pirineo, afronta el reto de célebres ascensiones en Los Alpes y llega hasta las lejanas cumbres del Atlas, Alaska, Andes, Himalaya indio y Pamir.

Entrevista de Luis Alejos:

A modo de presentación, Alfredo: ¿cuáles fueron los primeros pasos de tu trayectoria montañera?

Empecé a salir al monte como tantos otros jóvenes, a los 15 años. En aquella época, hace ya 40 años, íbamos con abarcas. Después aparecieron las clásicas chirucas de lona. Solía ir acompañado, pero también me gustaban los recorridos en solitario. Incluso me atrevía a vivaquear, pero reconozco que sentía miedo. Vivir la soledad de la noche en la montaña era una sensación muy fuerte para un adolescente. Así se fue forjando mi atracción hacia la naturaleza, los grandes espacios y las cumbres.

Sigo manteniendo gran amistad con compañeros de entonces, aunque algunos, por desgracia, ya nos han abandonado.

Siendo un chaval me ful sólo y sin el correspondiente permiso paterno al Aneto y al Posets. Lo más problemático fue el viaje. En el tren de Zaragoza me tuve que esconder de la guardia civil que recorría los vagones. Después crucé la ciudad de noche, buscando la estación de donde salía a las 3 de la madrugada, con dirección a Barbastro, el "tren de los cazadores"...


Eres un apasionado de la alta montaña, pero también frecuentas las cumbres modestas. ¿Has completado alguna vez el concurso de los 100 montes?

El primer centenario creo que lo terminé en el 66, pero para entonces ya había hecho otro por libre. En la actualidad, sin participar oficialmente en el concurso, pero cumpliendo todas las
reglas, voy por el octavo centenario. Es como un juego que te obliga a conocer rincones que de otro modo ignorarías. También ayuda a mantenerse en forma y en constante actividad.

En Atxarte (entonces sin canteras) descubres que la vertical es la vía más corta para llegar a una cima y como otros montañeros de la época sientes la atracción de las paredes rocosas. ¿Cuándo iniciaste la escalada de dificultad en los Picos de Europa?

En 1962 hice con Pedro Udaondo la primera invernal a la cara sur de Horcados Rojos. Al año siguiente, en compañía del malogrado Eduardo Ostaikoetxea, escalamos en una jornada las
caras norte y sur del Naranjo de Bulnes. Actividades tan intensas de fin de semana no eran frecuentes entonces. I En 1963 compré, con mucho sacrificio, una moto grande para poder hacer salidas rápidas. La estrené en un viaje a Picos de Europa, pero como apenas sabía manejarla, Eduardo que iba detrás con las pesadas mochilas se tenía que subir en marcha. Saliendo un sábado por la tarde y subiendo de noche al Refugio de Urríello, al día siguientes escalamos dos vías del Naranjo y regresamos a Bilbao.

¿Cuándo te integraste en los organismos federativos? ¿Han sido reconocidos oficialmente los logros de tu historial deportivo?

Presenté la solicitud para instructor de la Escuela Nacional de Alta Montaña en 1967 y fui nombrado profesor en el 70. Antes había cubierto el expediente de actividades que se exige para entrar en el Grupo de Alta Montaña a nivel estatal. En 1963 me concedieron la medalla de bronce y en el 66 la de plata.

Sueles utilizar el términos alpinista como sinónimo de montañero, incluso hablando del Pirineo. Así mismo, para resaltar la importancia de una cumbre la denominas "montaña alpina".
Sabiendo que has estado 6 veces en la cumbre del Mont Blanc, ¿guardan relación esas expresiones con tu concepción de la montaña ideal?

Es sabido que alpinista viene de Alpes y "alpe" significa prado de montaña. Por extensión, alpinista es quién frecuenta cumbres de características alpinas, donde la roca forma grandes
paredes y agudas aristas, las laderas están cubiertas de nieve y el hielo se aloja en vertiginosos corredores. Esa simetría, diversidad y perfección, responden a mi concepción de la montaña ideal.



Al volver del Pamir comentabas que en la cumbre del Pico Comunismo (7495) te sentías con fuerzas, por la hora que era y el tiempo que hacía, para subir otros 500 metros, es decir, para alcanzar la mítica cota de los 8000 metros. Compartiendo contigo la experiencia andina pude comprobar tu portentosa capacidad de adaptación a la altura. Sin duda reúnes las cualidades de un ochomilista y te mueves en el ambiente de quienes iniciaron en Euskadi la aventura del Himalaya. ¿Por qué renunciaste a dar ese paso trascendental en la vida de un alpinista?

Si, lo recuerdo. El día que hicimos cumbre iba casi como en el Duranguesado. Habíamos porteado mucho y la aclimatación era buena. En general, los síntomas de la altura han sido leves hasta donde he llegado. La verdad es que nunca he renunciado a una salida importante por voluntad propia. Estaba seleccionado para la primera expedición a Los Andes, pero problemas laborales
me impidieron acudir. El mismo grupo fue después al Everest. Hoy día habría sido todo muy distinto.

Alfredo, tú que tienes una amplia visión del mundo de la montaña y te relacionas con ochomilistas, ¿cómo ves el momento actual del himalayismo?. Al igual que en su día ocurrió con el alpinismo, ¿cuándo se desmitificará el himalayismo?

La rapidez con que ya se efectúa el acercamiento y la generalización de ascensiones en técnica alpina, van situando el himalayismo al nivel de la alta montaña clásica. A pesar de la diferencia de altitud, muchas cumbres andinas pueden plantear problemas más serios que algunos ochomiles.


En La Aiguille Chardonnet

Me consta, Alfredo, que no dudarías en renunciar a la ascensión más célebre de Los Alpes si para realizarla tuvieses que contratar un guía. ¿A qué responde esa actitud compartida por otras personas? ¿Qué opinas de la profesionalización del
montañismo?

Hasta el momento siempre he pensado que contratar los servicios de un guía limitaría totalmente mi satisfacción. Por supuesto, respeto otras opiniones. He escalado con aspirantes a guías franceses, pero siempre de "tú a tú", alternándonos como primero de cordada.

La profesionalización es dura e ingrata, supone mucho sacrificio. Como compensación está la satisfacción de ayudar a otros a alcanzar cumbres. En un guía debe prevalecer la responsabilidad y el trato humano. El año 82 llego con Igor al Refugio Gnifetti y encontramos el cartel de completo. Busco al guarda, le presento el carné de miembro del GAM, nos mira a los dos y dice: "cliente joven, para los guías españoles siempre hay sitio, vienen tan poco... ". Nos instaló en una habitación reservada. Al día siguiente el chaval, con 12 años, alcanzaba en la Pyramide Vincet
(4.215) su primer cuatromil.

En los años 60 y 70 Atxarte era un lugar de entrenamiento donde se adquiría la destreza necesaria para afrontar vías de escalada en alta montaña. ¿Cuáles son, en tu opinión, las causas de que la escalada deportiva se haya desvinculado del montañismo hasta el punto de convertirse en un espectáculo urbano?

Tú lo has dicho. En aquella época las escuelas de escalada eran el medio de capacitación previo para alcanzar en el futuro las cumbres por vías de dificultad. En el presente la escalada
deportiva es una forma de relacionarse los jóvenes y tiene fines diversos. Hacer alta montaña, competir en recódromos, mantener la forma física o simplemente divertirse. Todo ello es válido, se trata siempre de ejercicios saludables.

¿Qué ha supuesto para la escalada de dificultad la aparición de los pies de gato y demás técnicas de progresión y aseguramiento?

Con una bota fuerte era imposible superar una placa lisa. La goma cocida permite una gran sensibilidad, posibilitando que el escalador supere en dos grados la escala de dificultad. Las nuevas técnicas han transformado la concepción de la escalada, reforzando la seguridad y permitiendo afrontar retos antes inimaginables.

Sé que tienes anotadas la mayoría de las ascensiones que has realizado a lo largo de tu dilatada e intensa vida montañera. Al emprender esa labor seguro que no tuviste en cuenta su futuro valor documental.

En el transcurso de los años he reunido bastantes datos sobre escaladas y recorridos, aunque me faltan detalles y algunas fechas. Esos datos representan los mejores recuerdos de mi vida y sirven para informar a otros compañeros. Desde aquí te digo que mi documentación está al servicio de cualquiera que la necesite.

Con su hijo mayor en el Eiger


¿A qué motivaciones responde esa frenética actividad en cantidad y calidad? ¿Se trata de una gran pasión o tiene algo de obsesivo?

El deseo de estar en permanente contacto con la montaña es un sentimiento profundo. La aspiración de realizar ascensiones de mayor categoría responde a un afán de superación
muy humano. Indudablemente vives una formidable pasión, que algunos consideran enfermiza, pero nosotros sabemos que es saludable para el cuerpo y para la mente.

Cuando mi hijo mayor, Alfredo, tenía 15 años, fuimos al macizo del Mont Blanc con intención de ascender la imponente cara NO de la Aguja de Bionnassay. Estando en la mitad de la pared una repentina ventisca nos obligó a retirarnos. Al llegar a la base lloramos de rabia y sólo nos consolaba el reto de volver. Lo conseguimos 8 años después, ahora en compañía de su hermano Igor.

Eres capaz de identificar muchas montañas, ¿conoces también los árboles y las flores? ¿No es cierto, Alfredo, que damos una importancia desmedida a las cumbres?

Reconozco que mis conocimientos de flora y fauna son poco profundos. Mi reto ha sido siempre la cumbre, donde se vive el momento más sublime de la ascensión. Para ser capaz de alcanzar una gran montaña, sobre todo en condiciones adversas, hay que dar una importancia primordial a su punto culminante.



Como no podía ser menos, también te colgaste con otros escaladores veteranos de la hamaca de Atxarte. ¿qué representa la lucha contra las canteras que todavía siguen destrozando la pared de Labargorri?

Hay presiones interesadas para seguir sacando piedra. El desastre ecológico es irreparable. A medio plazo creo que es una lucha perdida. No saldremos muy airosos en las opiniones de las
generaciones venideras.

Valorando la problemática medioambiental desde el montañismo, ¿cuáles son hoy las mayores amenazas sobre la naturaleza salvaje? ¿Hasta dónde llega la responsabilidad de quienes frecuentamos la alta montaña?

La amenaza de los verdaderos montañeros es mínima. Vamos tomando conciencia, la mayoría defendemos la naturaleza y nos esmeramos en conservarla pura. El peligro está en el avance
de las tecnologías no renovables y el consumo incontrolado de materias primas. Esas actuaciones representan un retroceso para el planeta, por tanto la gran amenaza es el hombre.

La voluntad que pones en satisfacer cualquier petición de información contrasta con la escasa disposición a escribir que caracteriza a los integrantes de la "generación de los 60". Tal es así que otros nos dedicamos a escribir guías y artículos sobre temas que vosotros conocéis mejor. ¿Es un hecho casual o tiene
alguna explicación?

Es posible que los alpinistas más veteranos hayan escrito poco sobre lo que saben, pero también ahora hay gente que hace cosas muy buenas y tampoco escribe. En mi caso habré superado el centenar entre artículos y proyeccciones.


Descendiendo del Illimani


¿Cuál es el secreto para mantener una inmejorable forma física durante 40 años de actividad? ¿Tienes un plan de entrenamiento científico como algunos ochomilistas?

Hay cantidad de montañeros entre 55 y 60 años que conservan una excelente forma física. El mejor entrenamiento para hacer montaña es más montaña, mantener una actividad constante.
Para lograr esa intensa dedicación es esencial el apoyo de la familia. En mi caso, tanto Itziar como nuestros hijos practican el alpinismo. Esto no es casual, responde a un sistema de vida que siempre hemos compartido.

Para acabar, haznos una confidencia. Alfredo: ¿ahora que estás libre de ataduras laborales, ¿Qué planes tienes? ¿Hay algún ochomil en perspectiva?

Por lo pronto, seguir en la brecha, continuar caminando por cimas y valles, descubrir lo desconocido y mantener el pacto sagrado de la amistad con los amigos de siempre y con otros que
puedan aparecer a lo largo del camino. Por lo demás, ya veremos...
La verdad es que no descarto ninguna posibilidad.


Fuente: Revista Pyrenaica 1.998

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